Beyoncé, una estrella familiera

Beyoncé, una estrella familiera

Beyoncé abandonó discretamente la espectacular fiesta que siguió a su concierto del sábado en Dublín (Irlanda) en uno de los locales más exclusivos de la ciudad, para regresar al hotel que ocupaba junto a su marido, el rapero Jay Z, y su hija de dos años, Blue Ivy, algo que no asombró a sus acompañantes, que saben cómo en la actualidad la cantante prefiere centrarse en su papel como madre antes que en apuntarse a salidas nocturnas.

"El mánager de Beyoncé dice que ella ya no sale porque se ha convertido en madre", explicó un informante al periódico Evening Herald.

Puede que Beyoncé ya no esté interesada en las grandes celebraciones, pero antes de retirarse al hotel Fitzwilliam donde se alojaba se aseguró de que todo su equipo disfrutase de una noche por todo lo alto en el exclusivo local The Wright Venue.

"Soltaron 200 globos entre la multitud y no dejaban de servir chupitos de vodka. Una de las cantantes de The Mamas estaba interpretando sus propios temas, así que fue una noche memorable", aseguró la misma fuente.

Aunque Beyoncé y el rapero Jay Z no estén interesados en la vida nocturna de Dublín, sí aprovecharon ayer uno de los días libres de la cantante en la ciudad para acudir al parque Phoenix, donde pasaron completamente inadvertidos mientras jugaban durante media hora con su pequeña en los columpios, tras lo que la pareja - escoltada por su equipo de seguridad- disfrutó de una elegante cena en el restaurante Coppinger Row.

La cantante y el rapero han estado disfrutando de toda la oferta culinaria de Dublín, teniendo en cuenta que la noche anterior también pudo vérseles cenando en el restaurante Fade Street Social, al que llegaron alrededor de las once y que abrió hasta tarde para ellos.

Beyoncé -que seguramente intente mantenerse lo más en forma posible para sus conciertos- eligió un plato algo más ligero que el de su marido, a base de pan de calabaza aderezado con parmesano y romero, y puré de patatas con castañas y champiñones; el rapero, por el contrario, no pudo resistirse al clásico filete con patatas.

"Por norma general, la cocina cierra alrededor de las diez, pero esperamos unos minutos más por ellos. Fueron muy educados y encantadores, y se fueron muy contentos", aseguró un portavoz del restaurante.

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