Una pelea más allá del Baila

Una pelea más allá del Baila

Por Juan Carlos Samaniego
No sería muy difícil adivinarlo. Norita Rodríguez vs. Luis Calderini. O Calderini vs. Norita. Lo que parecía una pelea infantil y sin sentido, hoy pasa a una etapa judicial que -al menos que una de las partes desista- podría durar unos dos años.

Él pide castigo para ella con una condena por lesión contra el honor, por decir, entre otras cosas, que “maltrata a mujeres”, que “los niños de su academia se están mudando a la mía”.

Cuando arrancó el programa, en mayo, ya se tiraron algunas flores con espinas. Con el correr del ciclo se fue agrandando la discusión, con acusaciones y argumentos de un nivel tan inmaduro que los ubica a una escala de “quien lo dice lo es”.

¿Quién la inició? Fue Calderini, tentando al demonio disfrazado de lindo gatito que Norita lleva adentro y que si aflora es muy difícil de dominar.

Las provocaciones se convirtieron en peleas en julio, después de que Norita se negara a bailar con Calderini tras aceptar inicialmente su desafío, argumentando que ella no se había comprometido en ningún momento a pisar la pista con él. Y de allí hasta casi el final del programa no se dieron tregua.

Después de llamarle “trepadora” y “mitómana” (dícese de las personas que mienten compulsivamente) amenazó con desenmascararla y lo hizo, acusándola de no tener título de profesora de danza, de haberse aplazado en danza española. Ella lo negó, mostró su título y devolvió “la gentileza” diciendo que él se quedó en el viejazo, que solo tiene un título, que solo maneja el jazz y que no sabe nada de otros ritmos.

A partir de julio, sin renovar mucho el repertorio de discusión, casi en cada edición del Baila se agredieron mutuamente, llegando a hartar a los televidentes.

Un día, en setiembre, Norita denunció públicamente que su academia fue atropellada por personas que dijeron haber sido enviadas por Calderini y que su integridad física, la de sus empleados y la de su familia estaban en peligro. Amenazó con iniciar una acción judicial. Sin embargo, aquello fue una visita de una escribana con su secretario, cumpliendo con el paso legal que consiste en buscar su ratificación o rectificación sobre algunas afirmaciones hechas en el Baila y en otros medios. Ahora la querella de Calderini contra Norita ya fue admitida.

Ambos, atrapados por el orgullo, difícilmente puedan aflojar y cortar la causa judicial con una conciliación. Ya no está el Baila, pero otros espacios servirán para que Norita y Calderini se sigan provocando y persiguiendo como el coyote y el correcaminos o como Tom y Jerry.

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